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términos más adecuados a la situación. Un nuevo trato. Podréis abandonar el sistema con
toda seguridad, tanto vosotras como la nave Faha ahora en el muelle. Garantizo todo lo
que realmente os interesa, a cambio de algo que no os interesa en lo más mínimo. Expulsa
al vacío el resto de tu carga, ladrona hani. Ya conoces nuestras costumbres. Si actúas
sabiamente no te perseguiremos más. Sabes que somos los legítimos propietarios de esa
mercancía. Sabes que conocemos tu nombre y el de tus aliados. Siempre recordamos el mal
que se nos hace. Todos los kif recordamos los crímenes cometidos contra nosotros. Pero
debes limpiar tu nombre, Pyanfar Chanur. Es más, debes salvar las vidas de quienes no
estuvieron implicados originalmente en tu acto de piratería. Devuélvenos nuestra
propiedad, Pyanfar Chanur, y no emprenderemos ninguna acción posterior contra los
Faha o contra vosotras. Ésta es mi mejor oferta. Y ahora ya sabes, por experiencia, que no
se trata de una amenaza hueca, ¿Vale todo esto acaso vuestra destrucción y la de las
Faha? ¿O piensas quizás huir de nuevo abandonando a tu aliada? ¿Piensas quizás huir
eternamente? Eso no contribuirá a ayudarte en el comercio ni te hará demasiado
bienvenida en las estaciones apenas se enteren de los riesgos que supone tu cercanía.
Abandona, ladrona. La ganancia es muy pequeña comparada con las pérdidas que puede
traerte lo que has robado»-
-Akukkakk -dijo Pyanfar en voz baja cuando la transmisión hubo terminado-. Bien.
-Tía -dijo Hilfy, conteniéndose a duras penas-. Piensan atacar a la Buscaestrellas.
Primero la atacarán a ella.
-Sí, indudablemente -el mensaje empezó a repetirse y Pyanfar se puso en pie con un
gesto brusco-. ¡Maldito aparato! Apagadlo.
Chur era la más próxima al comunicador. Se levantó de un salto y quitó el volumen
de la unidad mural. Las demás ya habían empezado a levantarse, así como también Tully.
Su piel estaba cubierta por una fina capa de sudor que parecía rocío.
-Cerrad la cocina y aseguradla -dijo Pyanfar-. Preparadlo todo para saltar. Nos
vamos.
Hilfy se volvió hacia ella con una mirada implorante. Pyanfar clavó en ella unos ojos
que parecían arder y con Geran instándole a moverse Tully se detuvo unos instantes,
extendiendo la mano hacia el hombro de Pyanfar.
-Dormir -suplicó Tully, recordándole sus palabras con el rostro lleno de terror.
-En nombre de los dioses, sacadlo de aquí -gruñó Pyanfar, volviéndose y echando su
plato y algunos otros que tenía cerca en el conducto de basuras, mientras iba recogiendo las
fuentes y los cubiertos para entregárselos a Ha ral, Tirun y Chur, que a su vez se
apresuraban a despejar la mesa lo más de prisa posible. Hilfy se dispuso a echarles una
mano-. Fuera -le dijo Pyanfar a Chur-, El traje de la esclusa: pon en marcha el sistema de
apoyo vital. ¡Muévete!
Chur saltó por encima de la mesa y corrió hacia la puerta con un repiqueteo de garras,
Pyanfar se volvió, controlando mucho mejor sus movimientos, y la siguió en dirección a los
controles. Tirun fue detrás de ella, cojeando, pero Pyanfar no estaba de humor para
esperarla. Sentía en el vientre un hormigueo de nervios que le estaba revolviendo el
alimento recién ingerido: de pronto todas las elecciones que había hecho hasta ese
momento le parecían muy poco de fiar, incluyendo entre ellas el tener suelto a un Extraño
ligeramente enloquecido a bordo de una nave en situación de emergencia. Y los knnn tan
cerca; y ellas con sus ojos y sus oídos ciegos y sordos ante todo lo que pasaba en el
exterior.
Entró en la penumbra del puente y se instaló en el asiento cuyo desgastado respaldo
conocía tan bien las dimensiones de su cuerpo, abrochándose el cinturón y oyendo cómo
todas las demás se movían a su alrededor: Tirun, Hilfy, Haral. En el comunicador resonaba
aUn la voz del kif. A lo lejos oyó a Tully que hablaba con Geran en tono suplicante,
intentando transmitir a través del traductor algo que en su origen ya parecía bastante
confuso. Empezó a efectuar una serie de comprobaciones internas de las que muy bien
habría podido prescindir y miró a sus compañeras.
Haral y Tirun habían ocupado sus asientos y estaban empezando también a
comprobar sus aparatos, con el rostro impasible y totalmente absortas en su labor. Hilfy
tenía las orejas echadas hacia atrás y sus manos temblaban visiblemente sobre los controles.
Bien. Una cosa era enfrentarse al fuego de los kif en Punto de Encuentro y otra, muy
distinta, esta larga espera imaginando que en cualquier momento podían empezar los
disparos.
-Por favor -dijo repentinamente una voz mahendo'sat en el tablero de Hilfy y unos
instantes después en el suyo-, Manténganse alejados de la estación. Pedimos a todas las
partes implicadas que mantengan la calma. Sugerimos un arbitraje.
La emisión había sido difundida a máxima potencia y se dirigía a todo el sistema: la
estación, llena de seres inocentes refugiados en ella desde todos los confines de Urtur,
suplicaba a sus combativos invitados involuntarios que no atacaran.
Y, entre esos seres inocentes, estaba también la tripulación de la Buscaestrellas.
-Ese mensaje debía preceder al otro -dijo Pyanfar pensativa-. Para la estación todo
esto pertenece ya al pasado sus palabras se dirigían a Hilfy, intentando con ello que no se le
ocurrieran más ideas locas. Tully seguía hablando. Pyanfar se quitó el auricular del oído,
eliminando así todas las comunicaciones de esa procedencia confiando en que, si todo lo
demás fallaba, la nada despreciable fuerza del brazo derecho de Geran se encargaría de
mantener la calma.
-Capitana -era Chur, dirigiéndose a toda la nave-. El sistema de apoyo vital está
conectado y la esclusa cerrada otra vez.
-Entendido, Chur -murmuró ella, trabajando en el teclado y revisando los cálculos de
trayectoria que había preparado antes-. Dirígele a la sala de operaciones de la cubierta
inferior. -Habría preferido tener a Chur en el puente pero Tully necesitaba vigilancia, los
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